Doy comienzo con este post a una mirada distinta del ejercicio del derecho y de cualquier profesión de servicios vinculada a la utilización de nuevas tecnologías.
Espero que les parezca interesante la propuesta.
¿Estamos preparando abogados para desempeñarnos en el futuro de nuestra profesión?
¿Estamos de acuerdo en guionar un alegato como un spot publicitario?
- Introducción
Con el impulso de esta pregunta pretendo reflexionar sobre aspectos prácticos de la profesión de abogado que seguramente modificarán la forma en que los abogados ejercemos la misma en los próximos años.
El proceso digital -el que ya empieza a mostrar indicios de existencia en nuestro país a través de notificaciones electrónica, de la validez de la firma digital, audiencia por videoconferencia, expediente digital administrativo, etc.- será la nueva realidad y sustituirá completamente al proceso presencial como lo conocemos hasta ahora.
Ello lleva de la mano a que, quiénes ejercemos esta profesión, debamos comprender el nuevo escenario donde desarrollaremos nuestro oficio y la defensa de nuestros clientes y seamos conscientes de las nuevas herramientas que debemos dominar para hacerlo en buena forma.
Cuando yo estudié en la facultad de derecho, recién comenzaban a dar sus primeros pasos las universidades privadas, creo que comenzaron sobre los últimos años de mi carrera. Hoy hace mas de una década que doy clases en una de ellas.
Si bien no he estado muy vinculado a mi querida UDELAR desde hace mucho tiempo, temo no equivocarme, si afirmo que en su curricula obligatoria y opcional no existen materias que refieran a los problemas que se avecinan.
Cuando inicié mis estudios existían unas clases de introducción que eran dadas por prestigiosos maestros -a quienes venero y doy mi más sincero agradecimiento- que nos manifestaban que, para poder buscar la excelencia, además del esfuerzo era necesario contar con conocimientos de latín, alemán, etc.
La verdad que esas manifestaciones me parecían, en aquella época y ahora también, un tanto excesivas. Me preguntaba si realmente para abrirme camino en esta profesión eran esas las llaves del éxito.
En mis inicios de estudiante pensé que el esfuerzo, la dedicación, la responsabilidad y el estudio eran las llaves para poder ser un abogado respetable y, como consecuencia de ello, poder desarrollarme profesionalmente en todas las facetas que buscaba, la laboral, la económica, la académica, etc. Creo que esas aptitudes son imprescindibles para el desarrollo óptimo que cada uno de mis colegas pretende de su profesión.
Sin perjuicio, el correr de los años me ha hecho replantearme estas reflexiones y me ha hecho sumar, a esas características, muchas otras que jamás se me habían planteado inicialmente.
A estas otras aptitudes es que voy a dedicar el resto de este artículo.
- El prestigio profesional
El valor mas importante con el que contamos los abogados es nuestro prestigio profesional.
Nuestro prestigio profesional asume diversas dimensiones, pero todas ellas tienen algo en común, es una apreciación que de nosotros hacen los demás, nuestros colegas, nuestros clientes y la sociedad toda.
Treinta años atrás, cuando me inicié en esta actividad como estudiante, para llegar a ser un prestigioso abogado básicamente se podían tomar 2 caminos, el académico o el profesional.
En cuanto al camino académico, los profesores universitarios siempre fueron profesionales reconocidos, evidentemente que, cuanto mas grado tuvieran mas prestigio profesional tenía. Allí uno de los caminos.
El otro, es el desempeño profesional. Una persona podía ser un destacado abogado ganándose un lugar a través del conocimiento teórico-práctico específico de una materia del derecho y del resultado exitoso del mismo, medido a través del éxito en la defensa de sus clientes. Cuanto más éxito en la defensa de los intereses de su cliente tuviera el abogado, mas prestigio podría obtener.
Con lo indicado anteriormente no quiero emitir ninguna opinión valorativa sobre cual debe ser la forma de ejercer la profesión, ni que opción está bien ni cual está mal. En realidad, para mí, todas las formas de ejercicio, en tanto no sean inmorales ni ilícitas, son validas y dignas. Dependerá de que es lo que quiere o busca cada colega. En fin, dependerá de los valores y virtudes de cada uno.
La actualidad agrega a estas formas otras diferentes que podemos adicionar.
La primera es el prestigio que un abogado pueda tener por verse asociado de alguna forma a una entidad de profesionales que, a su vez, tenga prestigio profesional. Básicamente, un abogado que trabaje en un prestigioso estudio de abogados, en una empresa multinacional, en un organismo estatal, por sí mismo, cuenta con un prestigio personal que en gran medida se asienta en el estudio, empresa u organismo para el que se desempeña. Esta es otra forma en que un profesional puede obtener prestigio profesional. Varios años atrás, esta forma se podía asociar más a las variantes de un organismo estatal o alguna empresa multinacional, dado que no existían, como en la actualidad, grandes estudios de abogados con las dimensiones empresariales, económicas y recursos humanos que existen en la actualmente.
Pero la mas interesante forma de obtener prestigio profesional hoy día resulta ser la imagen profesional y personal que el abogado pueda comunicar a través de las redes sociales.
En efecto, la tecnología actual permite a cualquier abogado exponer su imagen, sus conocimientos y sus ideas a todo el mundo y a un clic de distancia. Para ello no es necesario ser un gran profesor, ni un abogado con muchos años de experiencia, ni tener ninguna aptitud especial. Simplemente hay que tener una idea, canalizar la imagen que uno quiere trasmitir junto al mensaje que busca y, a partir de allí, mediante publicaciones o simplemente mediante el pago de comunicaciones referidas por los buscadores habituales, uno puede llegar al cliente deseado con el mensaje deseado.
La diferencia es dramática.
Antes para que la opinión de un abogado tuviera un lugar en las revistas especializadas o en los medios periodísticos, ese abogado debía transitar años de trabajo y estudio, tener los contactos adecuados y mucha suerte. Hoy basta una buena campaña en LinkedIn, Twitter, Facebook, Instagram o Youtube.
La tecnología disponible es la misma para un joven abogado que para un bufete internacional
Y aún hay más diferencias. La opinión, sea jurídicamente fundada o, todo lo contrario, puede ser vista por todas las personas que no son especialistas, como una opinión valedera y quizás, más que la de algún prestigioso profesor.
Increíblemente, el mensaje de un abogado recién recibido (que no por ello implicará que no pueda ser un brillante jurista), podrá ser percibido por el común de la gente con el mismo valor jurídico que el de un prestigioso abogado o juez.
Si a eso le sumamos que el mensaje técnico se acompañe de un cuidado diseño visual en la estética de la imagen que el abogado quiere trasmitir, en una cuidada forma en el lenguaje comunicacional y otros elementos asimilados, fácilmente un abogado puede destacarse de otro, no a través de su desempeño técnico, sino simplemente entendiendo estos nuevos aspectos que inciden en el negocio jurídico y su contexto.
- La capacitación profesional y la trasmisión del conocimiento técnico
Sobre este aspecto también resulta posible encontrar cambios dramáticos en el mundo jurídico.
Tradicionalmente la forma que los abogados tenia de expresar sus opiniones técnicas eran a través de una actividad académica, publicando artículos en las revistas técnicas o publicando libros en las editoriales especializadas.
Ello implicaba al menos dos circunstancias claras, no cualquiera publicaba y, por otro lado, existían un conjunto de personas que pudiendo realizar importantes aportes jurídicos no accedían a poder publicarlos (por no poder acceder a los contactos necesarios, por no querer entrar en las mecánicas de las empresas editoriales y el pago de los derechos de autos -muy bajos habitualmente- o por cualquier motivo).
De esta forma se ha perdido, al menos eso pienso yo, un número importante de opiniones técnicas que pudieran haber mejorado nuestra construcción jurídica como comunidad.
La tecnología hoy ha cambiado esta lógica.
Hoy cualquier puede escribir un libro, sin pedir la opinión de nadie ni tener que someterse a jerarquía o capricho alguno, transformarlo a un formato PDF y publicarlo en LinkedIn, Twitter o la red social que le parezca mas conveniente. Una vez que el libro esté completo, puede realizar el diseño digital que desee (existen innumerables programas que resuelven este aspecto), diseñar gratuitamente y sin conocimiento técnicos una página web para promocionarlo, subirlo, hacer clic y abracadabra… ya tiene su libro publicado. Lo mismo con un artículo concreto o especializado.
Evidentemente, ello no tiene nada que ver ni asegura la calidad técnica del mismo, ello será validado por la comunidad científica o por el publico en general.
Lo verdaderamente importante, a efectos de este artículo, es que cualquier profesional hoy fácilmente puede reproducir y hacer común a todo el mundo los conocimientos técnicos que considera que posee.
Hace 15 años ello era sencillamente imposible.
- Argumentación jurídica y tecnologías
Si bien aún, al menos en Uruguay, no se admite el expediente digital en forma completa. Es fácilmente visualizable que ello acaecerá en los próximos años y con ello no estoy hablando de décadas, seguramente sean pocos años.
Las partes enviaran sus “escritos” en archivos digitales vía mail, o los subirán a una plataforma judicial que permita alojarlos.
Las audiencias serán realizadas vía streaming y ya no se realizarán presencialmente.
Seguramente ello acaecerá, al menos, en muchas de las audiencias de los procesos en trámite.
Esta realidad tiene mucha importancia en la argumentación, pero mas que nada en la forma de argumentar para los abogados.
¿A que me refiero con la argumentación?
Claramente no me estoy refiriendo a la argumentación jurídica del caso. Los argumentos técnicos siempre serán de suma importancia y a mayor capacidad en este aspecto mayores posibilidades de éxito. Eso es claro.
Ahora bien, por lo menos a mi entender, tanto o mas importante será comprender el valor de la tecnología en este entorno.
Pensemos un momento.
Supongamos un alegato confeccionado en un archivo digital.
La tecnología nos permitirá realizar cosas que no hemos visto aún en los expedientes judiciales, pero que vemos todos los días en la televisión, en las redes sociales o internet.
Uno podrá confeccionar un archivo compaginando texto, imágenes, video y audio simultáneamente.
Imaginen que un testigo muestra señas claras de nerviosismo en los gestos de su cara o en el tono de su voz.
Imaginemos que por medio de un programa de software uno pueda hacer zoom en los mismos, tomar distintos planos y repetirlo varias veces en el medio de un documento digital de alegatos.
Supongamos que la misma escena repetida se pueda incorporar al documento en cada oportunidad que la línea argumental lo precise.
Súmenle a eso un guion adecuado para la línea argumental, una estética del documento precisamente diseñada más una cuidada definición del tiempo adecuado para captar la atención suficiente y necesaria del juez.
¿Se acerca mucho a un spot publicitario no?
En definitiva, el ejercicio del derecho tiene mucho del arte de la argumentación y del convencimiento del juez sobre la posición del cliente.
Quién domine estas técnicas, quién entienda las posibilidades, quién esté en conocimiento del software adecuado y conozca su funcionamiento, tendrá una ventaja competitiva sobre un colega que no domine las mismas.
Lo mismo puede decirse sobre la imagen comunicacional.
La calidad del audio con la que uno trasmita sus comparecencias en audiencias vía streaming, la calidad de la banda ancha, la adecuación de la luminosidad, la escenografía preparada (¿realmente el público valora más que la escenografía sea un fondo de biblioteca o de títulos colgados en la pared, o será más importante que eso trasmitir desde un ambiente de gran luminosidad, con fondo blanco, con vestimenta oscura, etc.?), pasarán a ser elementos tan importantes, o quizás más, que la experticia técnica del profesional que participa.
Quién no esté atento a ello estará dando ventajas a la contraparte.
Se que muchas de las ideas que aquí trasmito no serán compartidas por muchos de mis colegas.
Sin perjuicio creo que soy honesto en trasmitirlas y que aporto a la visualización de esta nueva realidad en la que nos desempeñamos como abogados.
Lo hago para sumar y para aportar, porque creo que debemos estar preparados para el nuevo ejercicio profesional que se avecina.